Violencia y separación étnica dejan a un estado de la India al borde de la guerra civil


Violencia y separación étnica dejan a un estado de la India al borde de la guerra civil

EL NUEVO DIARIO, NUEVA DELHI.- Los ecos de tiroteos y explosiones reverberan en el estado de Manipur, en el noreste de la India, después de tres meses al borde de la guerra civil por el enfrentamiento de dos comunidades étnicas que ha dejado al menos 140 muertos, explicó a EFE el conocido activista Harsh Mander.

La violencia, ilustrada por el vídeo que muestra a dos mujeres obligadas a desfilar desnudas por una turba y que indignó a la India, continúa y la reconciliación sigue «muy distante», constató Mander al término de un viaje de cuatro días en Manipur con su asociación Karwan e Mohabbat (Caravana del Amor, en hindi).

«Hay continuos estallidos de violencia y de explosiones», explicó el activista.

Los enfrentamientos comenzaron a principios del pasado mayo cuando el Tribunal Superior del estado recomendó incluir al grupo étnico mayoritario meitei en su lista de tribus desfavorecidas, enfureciendo al grupo tribal kuki minoritario en Manipur.

Pero la narrativa «completamente enfrentada» recabada por Mander tras multitud de conversaciones tanto con meitei, presentes sobre todo en los valles de Manipur, como con miembros de la tribu kuki, mayoritarios en las montañas, se remonta más allá de una puntual decisión judicial.

«Los meitei creen que Manipur es su tierra (…), y creen que los kuki son extranjeros y migrantes ilegales llegados de Birmania», explicó.

El estereotipo entre esta comunidad predominantemente hindú es que sus vecinos son poco más que «narcoterroristas» dedicados a la producción de heroína y que destruyen los bosques.

«La otra parte, los kuki, cuentan una historia completamente diferente y mantienen que no son extranjeros sino ciudadanos legítimos de esa tierra», constató Mander, que viajó a campamentos de refugiados de ambas comunidades que acogen a los más de 60.000 desplazados internos.

Los kuki se oponen a que los meitei obtengan el estatus de tribu desfavorecida, que reconoce la discriminación histórica infligida a estos grupos y que la India busca corregir mediante reservas de empleos públicos y en el sector educativo, entre otras medidas.

«Su miedo es que los meitei quieren el estatus (…) para ocupar sus tierras y tomar sus trabajos», explicó Mander.

En un estado al borde de la guerra civil, donde según dijo ayer el Tribunal Supremo hay un «completo colapso» de la ley y el orden, la población se encuentra ahora físicamente dividida por completo.

«Es una especie de limpieza (étnica) total. Donde los kukis eran una minoría en el valle, sus casas y poblados han sido completamente destruidos y quemados, y al mismo tiempo, donde los meitei vivían como minoría en las montañas también fueron arrasadas», explicó.

Indicativo del miedo reinante en el estado, las morgues de la capital Imphal albergan más de cien cadáveres de miembros de la tribu kuki desde hace tres meses que nadie ha reclamado, ante la imposibilidad de descender con seguridad al valle.

«La posibilidad de cualquier tipo de diálogo o reconciliación parece muy distante», lamentó Mander.

La única y tenue esperanza de entendimiento futuro, dijo, viene de las historias fragmentadas «de la gente en campamentos de cómo personas de la otra comunidad salvaron vidas» durante lo peor de la violencia.





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